Desde hoy ya llevamos oficialmente más días en casa que en el hospital: 133 (132+1). Estos son nuestros números:
Vamos camino de los nueve meses reales y ya hemos rebasado los seis corregidos.
Peso: cinco kilos y 300 gramos (nueve veces más de lo que llegó a ser).
Siete tomas, dos de purés y frutas. No se puede decir que le encanten, pero vamos avanzando.
Ya saturamos casi siempre a más de 92. Ahí al lado queda el 98 soñado.
Unas 16 horas de sueño diarias, sin incluir microsiestas. Tres noches de tirón. Ni una de insomnio.
Hemos probado cuatro tipo de tetinas, otros tanto tipos de biberones, cinco o seis mordedores y unos 20 baberos (oscuros, claros, de paño, de plástico, rígidos, semirígidos, con cierre de lazo, de velcro, de click...). Una oferta de locos. Con las cucharas, no hemos vuelto a repetir el error. La primera ha servido.
A un mínimo de dos paseos diarios de 3 kilómetros cada uno, nos vamos a 800 kilómetros, con lo que si nos llega a dar por echarnos la mochila encima y avanzar sin mirar atrás podríamos estar ya viniendo de vuelta de Santiago de Compostela o encontrarnos a un tris de llegar a París, dependiendo de a dónde hubiéramos tirado. Ya hemos hecho surco en el valle.
Dejé de calcular la leche que me sacaba cuando rebasé los 100 litros, allá por agosto.
Dejamos de calcular el gasto sanitario que hemos generado cuando superamos el precio de la hipoteca -también allá por agosto-, no vaya a ser que a alguno se le ocurra pasarnos la factura.
Momento crítico: un catarro de cuatro días de mamá. Un calvario. Las horas han pasado lentas y pesadas. Parece que nos hemos librado del temido contagio. Tocamos madera.Con estas cuentas cerramos un año difícil de olvidar para toda la familia, marcado por dos despedidas inesperadas e injustas. En el último momento, un nuevo desgarro. La tía Consuelo nos dejó el día de Navidad. Un día impensable sin ella. El día en que todos saboreábamos sus polvorones caseros, sus menudillos, su sopa de almendra, sus garrapiñadas, sus aceitunas y pepinillos de media tarde. Si te tocaba en su grupo cuando empezaba la timba de cartas, ya sabías que tenías mucho ganado. Deja el recuerdo de una mujer poderosa, bella, sobria y elegante. Mezcla de matriarca navarra y actriz clásica, al tipo antiguo. Muy Cate Blanchett. Muy Azqueta.
No pudo ser. Parece que habíamos gastado nuestro cupo de milagros para 2014.
Acaba un año duro como pocos. "Hermoso y rotundo como una patada", escribió el poeta peruano Pedro Escribano. Las pérdidas han sido irreparables, golpes en el estómago que nos han dejado sin respiración. Pero también ha sido emocionante ver cómo Saray y Javier ganaban la batalla y conocer la llegada de Emma, Marc y Alaitz, nuevas personitas muy cercanas, que nos garantizan una gran primavera. El contrato relevo, que dice el abuelo paterno.
Qué mejor que seguir dando y recibiendo patadas, aunque duelan. Eso deseamos para 2015. Salud.