jueves, 12 de mayo de 2016

El rey de los unos



Hace dos años, tal día como hoy, andábamos celebrando el primer 'cumplekilo' de Javier llevando a la UCI de neonatos su equivalente en peso en mini-napolitanas de chocolate. El mes pasado, apenas ocho kilos después de aquello, bitxin hizo su entrada triunfal en el percentil uno de esa tabla del demonio que ha inventando la Organización Mundial de la Salud para añadir un motivo más de desvelo a nuestros días de occidentales obsesionados por amarrar la realidad con estadísticas.

Así es él, un Atila de los bebés, rey de sus esforzados unos.

Celebración del primer kilo de bitxin con napolitanas de chocolate (garroticos, que decimos intramuros)

Y así vamos, lentos y majestuosos como un adagio. Paladeando cada avance de esa champiñonera emocional que es un niño de dos años, en la que ves emerger de un día para otro fenómenos que ahora mismo me parecen tan brutalmente complejos como la rabia, la picardía, la paciencia, la complicidad, el placer de urdir pequeñas trampas, las casi siempre infravaloradas ganas de obedecer de un niño...

Unas cosas se te pasan, de tan sutiles, otras las ves nacer y te dejan de piedra. Yo aún sigo embelesada con la primera gran mirada de reojo que le vi hacer a bitxin, con todo lo que una buena gran mirada de reojo implica. No fue hace mucho, apenas un par de semanas, en plena calle Comedias, escenario ideal para el gran estreno de un número que ya tiene dominado.

Estaba él ante un ataque masivo de carantoñas, en un triple encuentro casual con abuelos-amigos-primos. Ahí empezó un despliegue nunca visto hasta entonces: esa caída de ojos que quiere evitar, pero que a la vez no quiere perderse nada, mezcla de vergüenza y deseo, de afán de provocar y de que te provoquen... Esa mirada con ganas de todo, que todos debimos de tener alguna vez y que a duras penas conservamos.

Y es en esos momentos cuando caes en la cuenta de que el bebé que fue va quedándose atrás y ya tienes ante ti a un niño con mucha trastienda a la que dar salida. Un niño con ínfulas de señor mayor, apasionado por el 'más difícil todavía' y miembro destacado del club para el desarrollo de estrategias para hablar sin decir ni pío.

En todo esto estamos. Pura primavera. A dos años de distancia de aquella incubadora, de los pitidos, de los sustos...