viernes, 8 de agosto de 2014

Cosecha del 74

Mi 'coach' de lactancia con su bebé.

Estoy yo tranquila planchando y a la que me descuido, ¡zas!, me mete tres arándanos en la boca. A traición. Compra los brócolis de cuatro en cuatro y despliega su recetario de crucíferas para salpicar mi semana de: brócoli a secas, pasta con brócoli, brócoli con salmón, rissotto con clorofila de brócoli, huevo frito con brócoli, brócoli salteado al wok... Es el padre de la criatura, un fan de los súper-alimentos combinados con panteras rosas. El domingo pasado cumplió 40 años.

Ya ha empezado a acostumbrarse al segundo plano y a que las cosas lleguen con unas horas-días de retraso. Con esto de cuidar a nuestro príncipe del guisante y a mí no le ha quedado tiempo para crisis. Sólo se ha permitido la coquetería de dejarse barba, como hace cada verano en vacaciones, con la diferencia de que este verano no tendrá vacaciones. El domingo ponía morritos al lado de una foto de Hugh Jackman para que le dijéramos que se da un aire. Muy lobezno él.

El regalo que le hemos hecho en casa se ha quedado a medio gas. Le ha caído la biografía de San Francisco Javier de Schurhammer. Unas 4.000 páginas en cuatro tomos, que es como un anti regalo de 40 cumpleaños. Pero son cosas que le gustan a él, lo juro. "Contará hasta cómo se cortaba las uñas", dice, el ilusionado papá.

Jeringuillazo de medicina
Pero lo de no saber qué regalarle es su culpa. Dijo que no me preocupara, que ya buscaría algo que le gustara y lo pasaría por caja.  Algo que le gustara en su caso es un pantalón para ir al monte que tenía localizado "en una web de mercenarios" (sic) y un cinturón con unas hebillas con las que te pueden rescatar en helicóptero. "Aguanta hasta 3.000 kilos, aunque no es muy de vestir ", justifica. Pues que se dé el capricho, carajo, nunca se sabe cuando puedes necesitar que te rescaten en helicóptero.

Además, más allá de regalos lo que más le gusta es una buena reunión de amigos y hacer sus chistes. Como la última vez, cuando Laura dijo, "Pues yo no sabría donde tengo las ruedas de recambio". Y él le contestó: "Tú no tienes ruedas, Laura. Tienes piernas". Y todavía está riéndose de su ocurrencia.

Él, que pensaba que no ibas a resultar demasiado interesante hasta los 7 u 8 años, cuando puedas jugar con Tentes y Legos, cacharrear con el Scatron que te guarda en el trastero y hacer construcciones de arena dignas de tal nombre en la playa, anda desde el minuto cero intentando enseñarte la tabla del uno para que se te quede en el subconsciente y observando, alucinado, todos tus movimientos de superviviente premium. Como cuando te zampas las medicinas como si fueran gominolas buenas o cuando trepaste por primera vez hasta su pecho, demostrando que, tras dos meses de incubadora, aún conservabas intacto tu instinto mamífero.

Besuguera adaptada para colecho.
Entre sus propuestas más insólitas de esta paternidad complicada que nos espera destaca la de comprar una besuguera para que te sirva de coraza si algún rato nos atrevemos a dormir contigo. Son sus nuevos métodos de crianza. No descarto que triunfen. Ya hace décadas que fue un avanzado a su tiempo con lo de hacer tortillas con patatas de bolsa o cerrar heridas con Loctite. Allí estuvieron Ferrán Adriá y la industria farmacéutica, al quite, para sacar partido a estos apaños que pergeña papá en su día a día.




Con la tía materna anda peleándose por ver a quién te pareces más. Que juzguen otros, yo prefiero no meterme en ese fregao. En estos temas mejor permanecer neutral, a la suiza.

La tía materna, bichín y el papá.

Cuando nos dicen que tienes un ojo un poco pocho, que tardarás dos o tres años en tener un pulmón fuerte o que necesitarás rehabilitación, porque los pañales y eso de estar todo el día en la cuna vuelta y vuelta hacen polvo las articulaciones de los bebés prematuros, tu padre salta con eso de que Blas de Lezo también estaba tuerto, manco y cojo y aún y todo se cargaba los barcos británicos de doce en doce.

No sé qué hubiera sido de mí sin él. Si seguiría sacándome leche si no lo tuviera cada medianoche animándome a hacer el último esfuerzo. No sé qué haría sin la pulpa de aloe vera que me prepara para cuidarme alguna heridilla. Sin su brócoli. Sin sus risas. Sin sus besos.

"No hemos podido tener más suerte", es su frase favorita de estos días. Y repite, muy serio, que tenemos un "bebé más bueno que la media" y que, visto por el lado positivo, somos afortunados por haberlo conocido con 81 días de antelación.

Yo soy más realista. Él aporta la magia. Que cumpla muchos más y que tú lo veas.






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