Hoy los abuelos maternos han llegado con la noticia de que las gemelitas hijas de unos amigos han pasado un mes y medio fatal con "besonucleosis". Y que fíjate, que los niños que no han pesado 730 gramos al nacer también pasan a veces las de Caín. Ese es el tipo de cosas que se les ocurren decir a los abuelos de bebés prematuros para tranquilizar a los padres de bebés prematuros. Para ilustrar más la historieta, la tía materna ha contado que en una fiesta universitaria el sudor condensado que caía del techo hizo que todo pichichi se contagiara de la tal 'besonucleosis'. Ay, dónde quedó el sudor condensado de las fiestas universitarias.
Después de hablar un poco sobre las últimas tendencias en virus de guardería, nos ha dado por dar un paseo familiar. Hemos ido a la mercería del pueblo para comprar una camiseta interior que tape la barriga del peque cuando le pongo conjuntos de pantaloneta y camiseta. Así disimulo la madre desnaturalizada que llevo dentro y que hace que casi todo el mundo se espante a mi paso por caminos y veredas, ya sea porque tapo al bebé demasiado mucho o demasiado poco, que para todo hay opiniones en el tema del cultivo y crecimiento de personitas.
Total, que hemos salido de la tienda con tres bodies, un mini pantalón de pana azul y un chaquetón de invierno blanco suave suavísimo, con una capucha con orejas de conejo, un must de la moda infantil, por lo poco que sé del tema. Ah, y gomas para arreglar bragas de la bisabuela, que era a lo que íbamos. No le hemos comprado a la dependienta el delantal que llevaba puesto porque no había existencias en blanco. Pero era monísimo.
Por lo demás, vamos bien. Llevamos un mes en casa y nuestro pequeño sobrevive, a pesar de nosotros. Solo tenemos que lamentar que amanezca de sus microsiestas con algún arañazo de más en distintas partes del cuerpo. Queremos pensar que se los hace él mismo. Pero claro, al cuadrante superior de esa bolilla pelusera que tiene por cabeza no llega, por mucho que estire la zarpa. Así que todo apunta a que alguno le hemos hecho nosotros. Yo, por concretar.
Bichín gana una media de 20 gramos, lo que viene a ser un alma al día, según cálculos de Alejandro González Iñárritu. A nosotros no nos salen las cuentas, porque se trinca casi medio litro de leche en sus ocho tomas reglamentarias, más algunos bonus track de pecho que le caen en los intervalos, lo que viene a ser medio kilo de sustancia. Pensamos que a estas alturas ya casi tendría que tener el tamaño del increíble Hulk, pero aún estamos en los tres kilos y medio, justiviri, justiviri para sus cinco meses en acción. Se ve que gasta calorías a punta pala con sus ya clásicos ejercicios de retroversión de la pelvis, siempre bien acompañados de esa ruidera continua suya, tipo módem de primera generación.
No nos quejamos, desde luego. Eso diabólico de los percentiles con lo que tanto torturan los pediatras a otros padres no va con nosotros. Eso hemos ganado. En nuestro caso, no estancarse es un logro. Y hay que decir que ya superamos de largo los 2.410 gramos de nuestro Guerra y paz que tan lejanos parecían al principio, así que solo nos queda ir cogiendo velocidad de crucero para pasar el charco que nos hemos encontrado en el camino. No tenemos prisa. De momento todo es bastante maravilloso.
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