Javier, dando cuenta de una de sus pócimas mágicas. |
Nos ha faltado alquilar un chamán por horas. Por lo demás, durante estos ocho meses, hemos echado mano de todo tipo de sortilegios, rezos, mantras, supersticiones locas y pensamientos positivos propios y ajenos. Todo nos ha venido bien para criar a nuestro ternerillo lechal:
Las mandalas que pintaba una amiga para mandarnos fuerza.
Las danzas espirituales que ha practicado una compañera de la tía Arantza pensando en nuestro bebé.
El altarcillo con vela perpetua que montó la abuela Goita encima del radiador de la cocina, que empezó con una estampita de la Virgen de los Balbases y acabó con un santoral que desbordaba por los tres cantos y casi nos cuesta un disgusto, cuando casi se incendia la casa del pueblo.
La llamada a filas de la abuela Txaro, que puso a rezar a media Navarra, ordeno y mando. Cliente que entraba en la tienda, cliente que salía con tarea para tirar del carro.-
Las oraciones de la bisabuela Pepita ante el niño Jesús de porcelana tamaño bebé prematuro que tiene en el comedor.
El apoyo de otros familiares, amigos, amigos de amigos, conocidos y desconocidos, que nos ha llegado vía redes sociales.
Nosotros -los padres- hemos mantenido nuestra devoción enfocada a San Corticoide y Santa Medela, patrona de los sacaleches prestados y propios que nos han acompañado estos meses (gracias Aitziber, no sabes cuánto me ayudó tener tu cacharro a mano desde el primer momento). También hemos echado mano de conjuros naïf tipo "si encesto el pañal en la papelera, hoy bichín satura todo el día a 98". O "Cuando acaben las obras de la acera del hospital, nos dan el alta seguro segurísimo (de hecho, las obras se remataron después de los cuatro meses de ingreso; los operarios tuvieron a bien esperarnos, para no romper ningún equilibrio cósmico)".
Ahora que nosotros vamos necesitando menos toda esa energía que nos han mandado de acá y acullá, toca redirigirla para la tía Consuelo, para la abuela Goita y para la tía Raquel, que andan de hospitales estos días, pasando malos momentos que seguro que vamos a superar, todos a una. Fuerza entonces para las tres, doble ración para Consuelo. Y también mandamos un lote para la bisabuela, que se rompió la nariz la semana pasada practicando su deporte favorito: paseo extremo por casa.
Menudos sustos para rematar el año. Que acabe ya y empezamos cuaderno nuevo.
Me voy, que ya ruge la marabunta.
Hay alimentos para el cuerpo y hay alimentos para el alma. A Javier se le ve bien nutrido de ambas dos. Qué gusto da leerte!
ResponderEliminarMe alegra que la cosa vaya bien, sobre todo los festines. Con tanta abuela y bisabuela por allí, menos mal que el chico come, que si no...
ResponderEliminarQué bueno es este blog, en serio.
Besos.
Hola Javierico:
ResponderEliminarTe he comprado hoy el traje de casero para Navidad. Hemos ido tu tía Amaia y yo, con toda la ilusión, porque vas a estar más guapo que todas las cosas. Espero que en cuanto te lo ponga tu mamá, te saque una foto y la ponga en el blog y así felicitas a todos tus seguidores, que son mogollón. No todos se animan a escribir, pero siguen tu evolución y los escritos de tu mamá, que lo hace muy bien, como dice tu abuelo "nuestros dinericos nos ha costado" (la carrera) pero está claro que ha merecido la pena. Se nota que lee mucho y pone citas muy bonitas. Por cierto michico, te he comprado un libro de cuenfos, super chulo y de tu tamaño, a ver si te saca fotos también con él, que ya está bien de que compare tu peso con "tomazos" jolines.
Estoy pasando unos días muy difíciles con la bisabuela, así que en cuanto llego a casa, me meto en tu blog para leer tus cosicas. Luego veo cuatrocientas veces tus vídeos y consigo relajarme un poco. Te quiero muchisísisisisisisisismo. Tu abuela Txaro